Durante una jornada de campo en los viñedos de la campiña cordobesa, en el marco del proyecto Alzanatura, exploramos una dimensión muchas veces ignorada del paisaje: su sonido. Esta experiencia, guiada por el ornitólogo sevillano José Carlos Sires, especialista y recolector de sonidos de la naturaleza, nos permitió no solo escuchar la biodiversidad, sino también comprender su valor como indicador de salud ecológica.
Escuchar la naturaleza es una forma de sentirla. En los paisajes agrícolas, como los viñedos de la campiña cordobesa, cada canto de las aves nos habla de un ecosistema vivo. Estos sonidos, muchas veces sutiles, son señales claras de la biodiversidad que habita y resiste en estos espacios.
Uno de los temas centrales durante la visita fue la biodiversidad sonora. En el entorno del lagar, los sonidos naturales no son solo un elemento paisajístico: son verdaderos indicadores de vida y equilibrio ecológico, donde las distintas especies interactúan y coexisten en armonía.
Tuvimos la suerte de escuchar, entre estos sonidos, el canto característico del alzacola rojizo, cuya presencia sonora no solo confirma su regreso a la campiña cordobesa, sino que también pone en valor la capacidad del viñedo como refugio para especies migratorias sensibles. Su melodía aflautada y repetitiva, muy parecida a la registrada por Esperanza Poveda en Xeno-Canto (XC831604), resonó entre las viñas, conectándonos de manera directa con la vida silvestre que habita estos espacios agrícolas.
Como explica José Carlos Sires, “un paisaje sonoro es, en esencia, la fotografía acústica de un lugar…”. Esta definición refleja con claridad cómo los paisajes sonoros permiten identificar el estado de la biodiversidad en un entorno natural. Un paisaje bien nutrido, con una rica variedad de sonidos animales, indica no solo una amplia diversidad de especies, sino también una abundante presencia de individuos de cada una de ellas.
Por el contrario, un entorno sonoramente apagado o silencioso especialmente en primavera es una señal de alerta: nos habla de un ecosistema empobrecido o alterado.
¿Por qué es importante un paisaje sonoro rico? Porque, en primer lugar, es reflejo de una biodiversidad saludable, lo cual también nos beneficia a nosotros, aunque a veces esos beneficios no sean evidentes ni fácilmente medibles.
Estamos acostumbrados a valorar las cosas desde un punto de vista económico o tangible, pero la riqueza natural de un lugar incluido su paisaje sonoro tiene un valor incalculable. En un entorno agrícola con gran diversidad biológica, por ejemplo, las plagas pueden controlarse de forma natural, ya que siempre habrá especies que actúen como reguladoras.
Además, está científicamente demostrado que exponernos a paisajes sonoros naturales tiene un efecto positivo en nuestra salud mental.“
¿Qué es un paisaje sonoro?
Un paisaje sonoro está compuesto por el conjunto de sonidos que se perciben en un lugar, junto con la sonoridad característica que le aporta el propio entorno. Estos sonidos pueden clasificarse en tres grandes categorías:
Geofonías: sonidos naturales producidos por elementos no vivos del medio ambiente, como el viento entre las hojas de los árboles o el murmullo de una corriente de agua.
Antropofonías: sonidos generados por la actividad humana, como las voces, la maquinaria agrícola o los vehículos.
Zoofonías: sonidos emitidos por los animales, siendo las aves las principales protagonistas en nuestros paisajes sonoros.
Durante la primavera se produce lo que se conoce como el coro matutino primaveral, en el que los machos de diversas especies emiten cantos complejos para delimitar su territorio y atraer a posibles parejas. Los cantos más elaborados son percibidos como señales de mayor calidad genética, tanto para competir con otros machos como para resultar atractivos ante las hembras.
Esta riqueza sonora no es casual. Los agricultores que participan en Alzanatura reconocen que el equilibrio entre producción y naturaleza es clave para un manejo más responsable del viñedo. Escuchar el entorno se convierte, así, en una herramienta complementaria para observar y cuidar la finca desde una perspectiva más integral.
Este artículo recoge parte de las ideas y aportes del ornitólogo José Carlos Sires, experto en paisajes sonoros, durante su participación en una jornada del proyecto Alzanatura. Puedes conocer más sobre su trabajo en su espacio web de Facebook:🔗@JoseCarlosSires

