El Lagar Cañada Navarro es la máxima expresión del terruño en el que se conjugan cultivo, tradición y creatividad.
Durante nuestra visita, Santiago Jimenez nos transmitió la conciencia familiar por cuidar la tierra heredada. Las dos parcelas que están dentro del convenio de custodia constan de 26 hectáreas. Los cultivos de olivar y vid en espaldera y vaso, se gestionan en agricultura convencional aplicando distintas técnicas tradicionales.
Han implementado distintas técnicas sostenibles como dejar de usar herbicidas en las lindes, mantener refugios para reptiles o implantar vegetación entre los cultivos, pero hoy nos gustaría destacar la alianza que han encontrado con las aves.
Santiago, psicoterapeuta de profesión, y su hermano Manuel, ingeniero agrónomo, saben lo importante que es el canto de los pájaros para calmar la mente y reducir la ansiedad, una de las principales atractivos que buscan las personas que eligen visitar el Lagar Cañada Navarro.
En sus viñedos hay presencia de alzacola, cernícalo primilla, colirrojo tizón, abubilla,lavandera, carbonero o golondrina, entre otras aves depredadoras de pequeños invertebrados.
Las aves insectívoras y granívoras, que se nutren de semillas, bayas y frutas, desempeñan un papel crucial en los sistemas agrarios y viñedos al consumir una amplia diversidad de organismos, como insectos en sus diferentes etapas de desarrollo (larvas y adultos), arácnidos, gusanos y pequeños caracoles. Estas aves no solo contribuyen de manera significativa al control natural de plagas en terrenos agrícolas, sino que también se convierten en un atractivo para el ecoturismo.