Marta Gómez Raigón, educadora social y ambiental | 21/07/2023.
La soberanía alimentaria como modelo de producción ¿Nunca has oído hablar de ella?
Este concepto parte del hecho de que la alimentación es fundamental para la vida, siendo lineal el modelo productivo y de consumo predominante, es decir: se producen productos en masa (usando productos químicos y manejos de la tierra poco sostenibles), normalmente en sitios lejanos a donde finalmente se consumen, se recolectan a gran escala, viajan (generando altas cantidades de CO2), pasan por varios intermediarios… hasta llegar al supermercado. En consecuencia, todo esto genera muchos residuos que la mayoría de las veces no tienen una segunda vida. ¿Qué podemos hacer entonces?
No fue hasta el año 1996, en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de la FAO, dónde se empezó a puntualizar este concepto, indicando la importancia de los pequeños productores, ya que estos son los que pueden garantizar la alimentación de sus habitantes más cercanos, respetando la diversidad de cada población y cultura.
Por lo tanto, podemos definir la soberanía alimentaria como: El derecho de los pueblos a determinar sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garantizan el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los que la mujer tiene un papel fundamental.
Cabe destacar que estas estrategias sustentables de producción, distribución y consumo, hacen referencia a que en su mayoría sean de manera local, reduciendo la cantidad de CO2 que se envía a la atmósfera en el transporte y conservación de los productos, desde la gasolina hasta su embalaje. Haciendo también que se produzcan solo aquellas materias primas necesarias y específicas de cada población.
Para conseguir esto que se propone, debe ser prioritaria la comunicación entre los consumidores, los comerciantes y los productores, por lo que es necesario la creación y habilitación de nuevos espacios en los que los ciudadanos (por ejemplo en el caso de Montilla) puedan acceder a su propia parcela de huerto, o en su defecto profundizar en la necesidad de la participación ciudadana, sobre todo de los consumidores (que en muchos casos no tienen una obligación concreta), pero también de los comerciantes y productores.
Facilitar estos puntos de encuentro donde se fomente la participación local ciudadana fomenta la oportunidad para garantizar los recursos necesarios a todas las partes, desde tierra y semillas para quien las quiera y necesite, hasta ayudas y regulación del mercado.
En Montilla, ya han empezado a darse pasos a favor de la soberanía alimentaria con la creación de los huertos de la Toba, dónde el Ayto., con la colaboración de la fundación social universal y la fundación somos naturaleza, ha cedido terrenos para uso público, donde las personas interesadas han podido acceder a parcelas donde no solo cultivan sus propios alimentos, sino que tienen asesoramiento para poder hacerlo de manera ecológica y respetuosa.
