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La importancia de que haya (y muchos) conejos

Antón García Reyes, biólogo | 19/07/2023

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Imagen 1. Conejos en libertad

Dice la Historia que los romanos tomaron el término fenicio i-spn-ya y le dieron el significado de “tierra abundante en damanes” a la palabra que hoy conocemos como España. En realidad, era a toda la Península Ibérica, y no eran damanes, especie que ellos estaban acostumbrados a ver en África y el Creciente Fértil. Eran conejos. Sí, vivimos en un país que realmente significa algo así como tierra donde abundan los conejos. 

Y donde abundan, sensu stricto, la realidad es que hoy escasean. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha catalogado al conejo de monte como una especie en peligro en su área de distribución histórica, centrada casi exclusivamente en la Península Ibérica. Esto se debe a enfermedades de origen vírico. Desde el pasado siglo, el conejo pasó de ser lo que tiene que ser, de abundar mucho, de arrasar con los cultivos sin proteger, de dar de comer a humanos y otros animales depredadores, a desplomarse de forma catastrófica. Primero la enfermedad de la mixomatosis, y después la (RHV) del inglés rabbit haemorrhagic disease, es decir, enfermedad hemorrágico vírica, tanto la clásica como la nueva variante, han causado un declive muy acusado, con diferentes fases. Actualmente, las nuevas generaciones no sabemos lo que es el conejo, pensamos ¿por qué se llama de monte?, si no está en montes tan bien conservados como el Parque Natural de Los Alcornocales, en Cádiz, o en gran parte de los montes de Sierra Morena, donde hay una gran continuidad de vegetación mediterránea. Pero solo hay que mirar documentos de hace décadas o preguntar a nuestros abuelos, no necesariamente remontarnos a un siglo atrás, para saber lo tremendamente abundantes que eran donde hoy no vemos, literalmente, ni rabo.

Es de esperar que las consecuencias para un ecosistema de esta escasez de proteínas sean fatales. Si se derrumba la pirámide trófica desde abajo, la capacidad de carga de otras especies se puede desplomar perfectamente, afectando no solo a las especies que consumen conejo en mayor medida, sino a las que, siendo más generalistas, lo comen menos. Esto quiere decir que donde se extingue el conejo, se extinguirán especialistas tróficos en conejo como el lince ibérico, el águila imperial. Pero podrán desaparecer otras especies no tan especializadas, pero muy dependientes del conejo. Esto parece ser que le está sucediendo al turón y al gato montés, los cuales no tienen suficientes presas para mantener sus poblaciones si el conejo se pierde. 

Sin embargo, parece que hay, afortunadamente, soluciones a este problema. Ya hay ejemplos de éxito de repoblaciones que han sobrevivido al ataque de las enfermedades. Y lo mejor, funciona en gran variabilidad de hábitats. El conejo es muy adaptable, y si llevamos los conejos al monte, pueden repoblarlo. El manejo de poblaciones de conejo en los proyectos del lince durante años tuvo buenos resultados. Si el esfuerzo es constante, y se insiste en la repoblación tras los eventos de mortandad por la RHV, pueden persistir y aumentar sus poblaciones. Se puede lograr tal resultado que el conejo puede volver a ser un recurso muy abundante, incluso como para considerarlo desde el punto de vista cinegético en zonas donde ha desparecido y posteriormente se ha reintroducido con éxito.Los reforzamientos poblacionales de conejo son una recomendación que los expertos hacen continuamente para que las administraciones fomenten a especies en declive, de naturaleza escasa o con gran importancia como son el grupo de los depredadores. Fomentar el conejo a través de su repoblación en zonas donde se ha extinguido es ir a favor de la conservación de la naturaleza, y una inversión muy eficiente para solucionar grandes problemas de nuestro territorio, y compensar así el daño que le causamos al medio ambiente.

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